Kubrick y las transformaciones del “ser” humano
- Germán Chacón
- 15 jun 2015
- 4 Min. de lectura

Niño cósmico. Foto: Hugo Cobian
En 1968 vio la luz la película “2001: Odisea del espacio” u “Odisea en el espacio”, de Stanley Kubrick. Este filme tiene una duración de 141 minutos.
La composición “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss inaugura el filme, resulta impactante y emocionante poder apreciar la majestuosidad no sólo del universo y de nuestro planeta, sino también, de la propia creación humana… la música y, por lo tanto, el arte es lo verdaderamente omnipresente durante toda la película.
Desde mi perspectiva “2001” es una crítica al uso exacerbado de la “Razón” en detrimento de la intuición y del arte. Claro que pueden existir muchas y muy variadas interpretaciones de esta película, pero yo me centraré en esta.
Ya que se habló de arte y de Zaratustra, entonces es inevitable mencionar el icónico apellido “Nietzsche”… uno de lo grandes críticos de la razón.
“El primer libro de Zaratustra comienza con el relato de tres metamorfosis: “Cómo el espíritu se convierte en camello, cómo el camello se convierte en león, y cómo finalmente el león se convierte en niño”. El camello es el animal que carga con el peso de los valores establecidos, con los fardos de la educación, de la moral y de la cultura. Carga con ellos hasta el desierto, y allí, se transforma en león: el león rompe las estatuas, pisotea los fardos, dirige la crítica de todos los valores establecidos. Por último, le corresponde al león convertirse en niño, es decir en juego y nuevo comienzo, en creador de nuevos valores y de nuevos principios”[1]
Básicamente, “2001 Odisea en el espacio” está dividida en tres partes: la primera, corresponde al estado primitivo del hombre en el que aún está a merced del caótico y azaroso devenir de la naturaleza y la vida. Las primeras tomas son hermosas, los planos naturales son espléndidos.
Pero el primitivo humano descubre un monolito, perfecto, inmaculado, geométrico, descubre “La razón”, pero no cualquier razón, sino aquella que los teóricos de la escuela de Frankfurt bautizaron como instrumental, en palabras de Adorno:
“Mediante el pensamiento los hombres se distancian de la naturaleza para tenerla frente a sí en la posición desde la cual dominarla. Como la cosa, el instrumento material, que se mantiene idéntico en situaciones diversas, y separa así el mundo caótico, multiforme y disparatado- de lo que es evidente, uno e idéntico, el concepto es el instrumento ideal, que aferra todas las cosas en el punto en que se pueden aferrar.”[2]
Posterior a este descubrimiento, el primitivo hombre puede entonces manipular herramientas, armas y tomar el control, y el poder. El humano era un animal sin razón y, por tanto sin valores, pero a raíz del uso de la razón comienza la creación de los valores, estamos pues ante el engendramiento del camello. El humano creará la ciencia, la tecnología y la religión.
Kubrick realiza en este punto un cambio de escena y de temporalidad impresionante, cuando el humano primitivo lanza un hueso al aire, este se convierte en un moderno satélite espacial.
La segunda parte de "2001 Odisea en el espacio" será la vida del camello a merced de sus propios valores auto-impuestos, el camello no irá al desierto, sino al universo, al solitario, desolado e interminable universo.
En la Luna, los hombres encontraran evidencia de otro monolito, que al contacto con los rayos solares emite una señal hacia un tercero, el cual, irán a buscar a Júpiter.
No contaré toda la historia de la película para que quienes no hayan visto el filme, puedan disfrutar la trama.
Aquí me permitiré entonces, un salto para hablar de la siguiente transformación, es decir, de cómo el camello se convierte en león. En el punto álgido de “2001 Odisea en el espacio” el creador, es decir, el ser humano es puesto en jaque por su propia creación, así que debe tomar la decisión de terminar con esta, de terminar con los valores, de terminar con la fe en la ciencia y la tecnología, y tomar el sendero de la intuición.
La tercer y última parte del filme de Kubrick, comienza con el descubrimiento del tercer monolito. David Bowman (el astronauta que sobrevivió) ha llegado a Júpiter, cuando se encuentra con el monolito le suceden una serie de efectos que recuerdan la psicodelia sesentera. Al final del viaje, después de vencer lo que pudiera interpretarse como el espacio-tiempo, se encuentra en una habitación, donde se conjugan estilos modernos, minimalistas y antiguos. Ya no hay pues un sentido del tiempo orientado a lo lineal y al progresivo, sino a lo cíclico y a la totalidad.
David Bowman se ve a sí mismo más anciano y, después moribundo, ha superado los valores y comienza la creación de los nuevos. Puede ser niño, ahora puede jugar, aceptar el devenir del universo, jugar con el caos, volver a comenzar. Un tipo de ser humano ha muerto y ha nacido uno diferente. Vuelve a escucharse “Así habló Zaratustra” La existencia humana es apenas un suspiro… un eterno retorno.
[1] DELEUZE, Gilles. Nietzsche. Arena Libros 2OO0, Pág. 9
[2] ADORNO, Theodor. Dialéctica de la ilustración. Akal 2007 Pág. 53
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