"Dróguense con un libro, es un buen viaje": David Acosta

México, 5 de junio de 2015.- El comerciante de libros David Acosta Martínez nos da una perspectiva sobre lo que sucede en el negocio de las pequeñas librerías actualmente.

David Acosta Martínez nos permite conocer un poco sobre cómo son las librerías pequeñas en comparación a las grandes comercializadoras de los impresos así como el valor cultural de los mismos, el cual, considera va más allá del monetario. Él cuenta con su propio establecimiento en Av. 5 (Eje 3 Oriente), no. 254, colonia escuadrón 201, que lleva por nombre “Librería Caligrama”.

Librero de profesión por más de 10 años (anteriormente en librerías del centro) y con una librería propia desde hace aproximadamente 7 años, David comenta que en un principio fue difícil encontrar un establecimiento y mercancía. Actualmente, los libros provienen de compras que él realiza a particulares, por ejemplo, cuando alguien muere o sale de viaje él es quien compra estas librerías privadas. En algunos casos, también busca en el centro de la ciudad, principalmente cuando son pedidos específicos.

Dentro de este ambiente consigue libros que incluso no tienen autor, tal es el caso de la obra titulada “Mundo, demonio y carne”, la cual no contiene ninguna firma o una indicación de anónimo. Ha encontrado ediciones como una del Corán, valuada en un millón de euros, debido a que en su cubierta tenía una esmeralda. También cuenta con ediciones de “La Divina Comedia” del año 1800.

Para identificar los precios de alguna obra no sólo revisa su condición física, él (al igual que otros libreros) sabe de memoria algunos costos, o bien cuenta con una lista de los mismos. Dichos precios pueden estar establecidos de forma general entre los vendedores. Del mismo modo, para él un elemento importante dentro de la valuación de un libro es su valor cultural. En casos de piratería, la identificación comienza desde la observación de la portada, la cual es inevitablemente distinta a la de un original. David busca evitar el comercio de estos libros y si por alguna razón llega uno a sus manos lo remata a un muy bajo costo.

Sus compradores son variados, van desde niños y amas de casa, hasta estudiantes, distintos profesionales, investigadores e incluso extranjeros. Estos últimos 3 son quienes más consumen libros antiguos o especializados. Entre los libros que más adquieren son los de superación personal, todo lo contrario pasa con aquellos que son más profesionales. Las ventas también se realizan por “una clase de moda”, él menciona que en años pasados compraban libros de economía debido a la alta demanda de la misma carrera, últimamente los más adquiridos son los libros de leyes y derecho.

Él les otorga un valor sentimental a los libros que adquiere y en lo general un valor altamente cultural. David marca una línea entre el valor cultural y monetario que se le otorga a un libro, sin que este último este necesariamente ligado al primero: “El valor se lo da la gente”. Los códices y los textos de Schopenhauer, por ejemplo, representan bastante valor para él, aunque no siempre puede conservar todos los ejemplares en lugar que llegan a sus manos.

Considera que en el comercio de libros las pequeñas librerías tienen como única ventaja que ellos consiguen primeras o únicas ediciones o algunos muy difíciles de conseguir. En el aspecto monetario son grandemente rebasados por librerías grandes y establecidas. Sin embargo, David Acosta dice: “En cuestión de libros no se le llama competencia, solamente hay amor a la cultura”.

Comentó también cómo la variedad de opciones de fácil acceso como el internet ha afectado el comercio de los libros como herramienta cultural, el cual considera que va en picada. Él espera que el libro nunca se deje de tomar en cuenta, ya que es difícil que una tableta o cualquier medio digital sustituyan a un libro impreso.

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