El mexicano que está conquistando el cielo: Jordi Muñoz
- Belem Molina
- 30 jun 2015
- 5 Min. de lectura
Jordi Muñoz, actualmente tiene 28 años, nació y creció en Tijuana, Baja California. Él reflexiona sobre cómo ha superado todas las adversidades en estos últimos diez años; en su memoria está como fue rechazado dos veces por el sistema de educación superior mexicano, después la manera en que tuvo que salir de casa cuando la familia estaba más desecha que un par de plásticos tirados, los empleos que le enseñaron a dejar de lado una faceta de niño fresa para saber que es ganarse un peso. Sin duda no todo lo que paso fue tan malo porque dentro de ese caos también se realizó como ser humano, él no sabía que esta búsqueda lo llevaría al mayor de los éxitos en la vida profesional con la fabricación de Drones.
Foto: Sandy Huffaker de The Wall Street Journal

Hoy, con todo, él no puedo olvidar esos años donde tuvo que enfrentar la vida real. Pero también piensa que: “Definitivamente todo tiene solución. La vida me ha enseñado que sólo necesito tener 99% de paciencia y 1% de inteligencia. La vida sería muy aburrida si no tuviéramos problemas y obstáculos”.
Su historia comienza cuando decide ingresar a la preparatoria, en vista que no había ninguna escuela que le proporcionara un programa estudiantil que tuviera que ver con su interés por la aeronáutica, Jordi decide abandonar Tijuana para probar suerte en la ciudad de México, presentó dos veces el examen de admisión para el IPN ambas ocasiones quedó rechazado pero la segunda vez que fue descartado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), su desesperación se tornó en una pesada realidad y una desagradable desilusión. Fue entonces cuando Jordi decidió tomar algunas prendas y un poco de dinero, para salir del D.F y regresar a Tijuana.
Prefirió vivir en Estados Unidos por un tiempo, primero por necesidad, luego por gusto. Su plan era triunfar en la Ciudad de México, estudiar una ingeniería y conseguir un título como todo universitario. Después, le interesaba involucrarse de lleno en la industria espacial, pero todos sus sueños de jovenzuelo se tornaron en fracaso.
Al principio creyó que lo lograría pues la primera vez que vivió en la Ciudad de México, tuvo su primer empleo en un café internet ubicado en el centro histórico, Jordi argumenta que la pasaba bien pues eso de las computadoras era lo suyo, sin embargo de buenas a primeras la dueña del lugar falleció y quedó desempleado.
Tardó unos meses en volver a encontrar trabajo, y fue gracias a la ayuda de un tío que obtuvo su primer acercamiento más profesional con la tecnología. La paga no era nada mala pues añadió que ganaba 7, 000 pesos al mes, sin embargo fue la primera vez que fue rechazado del politécnico.
Jordi recuerda con añoranza los días en que tenía que cruzar la zona centro de la Ciudad de México, para ir a trabajar. Menciona que el ambiente no era bueno, se dormía en los camiones, se asfixiaba entre tanta gente y los humos sucios, además inhalaba perfumes baratos… “Era muy cansado, enflaqué muchísimo y fumaba muchísimo. Me puse la arrastrada de mi vida y no me gustó la Ciudad de México. Constantemente me preguntaba: ¿Qué hago aquí?”[1]
Pronto regresó a su natal Tijuana, comentó que la mayoría de las veces se aburría en casa pues no tenía gran cosa que hacer, en vista de ello comenzó a trabajar en un puesto de mariscos, al parecer a su padre siempre le decepcionó el hecho que Jordi terminara en ese lugar, que no era malo, pero él también sabía que aspiraba a realizar cosas que se vieran reflejadas en el cielo.
Mientras trataba de poner sus ideas en orden para hacer lo que en verdad le satisfacía, se perdió en las mieles del amor, se enamoró de una chica estadounidense y tienen un hijo, aunque actualmente ya no están juntos ella fue una persona clave en la vida de Jordi.
Justo en el 2006 comenzó la historia con los drones, aunque en esas fechas esa palabra no existía, a su primer experimento sólo le decía “helicóptero robótico”. Llegó a Estados Unidos con el pie izquierdo. “No había trabajo, todo era muy difícil. Entonces me metí en mi droga: clavarme en la computadora todo el día” añadió. Siempre le interesó aprender y saber más acerca del micro controlador y después de un tiempo juntó sus ahorros para comprarse uno.
Con interés e inteligencia se dio cuenta que podía hackear su Nintendo y Wii para sacarle los acelerómetros y con ambos hacer una interfaz.
En esos experimentos estaba, cuando de pronto observó volando un helicóptero de control remoto. Esos que cuestan unos 100 dólares en las jugueterías. Después de mirar con atención todas las piezas, pensó:-“Qué tal si con los acelerómetros lo puedo controlar, estimar su orientación y estabilizarlo”. De pronto Jordi estaba ahí manejando un helicóptero y admitió que es uno de los primeros en capturar fotografías con ese aparato, todo las fotografías tomadas las documentaba en internet, fue así como llamo la atención de Chris Anderson, en ese entonces, editor y jefe de la revista de tecnología más influyente de este planeta, “Wired”.
De inmediato su experimento se volvió interesante, así mismo Jordi recibió propuestas de Europa, estudió un tiempo en Suiza, estaba becado en una de las ingenierías más prestigiadas pero aún no encontraba realmente lo que quería. Entonces Chris Anderson le ofreció ayuda para montar un negocio. Era el bonito año 2007. Ante tal propuesta decidió regresar a Estados Unidos, Chris le insistió en elaborar un avión robot. A Jordi le tomó un año terminarlo “Prueba y error, prueba y error pero después de un año funcionó, fue como el día más feliz de mi vida, el día que me quedé sentado y puse el control, y el avión estaba volando solo“ comentó. Eso fue a principios de 2009 y en Mayo del mismo año su experimento ya estaba a la venta.
Ése fue el despegue de 3D Robotics, la fábrica de drones no militares que ha hecho de Jordi un personaje reconocido mundialmente. La empresa se dedica a desarrollar un sistema de control para aviones, que es el cerebro que se utiliza en cualquier tipo de aeronave, ya sea helicóptero, multicopter o avión, y que le permite volar de una manera completamente autónoma[2].
Jordi Muñoz todavía no asimila el éxito de 3D Robotics, pero sabe de antemano lo útil que está siendo su invento, actualmente tiene varios proyectos en mente para seguir contribuyendo con el desarrollo de esta interesante tecnología.
[1] Retomado de http://www.forbes.com.mx/jordi-munoz-de-nini-millonario/ el día 23 junio 2015
[2] Retomado de http://www.technologyreview.es/tr35mexico/1268/jordi-munoz/ el día 23 de junio.
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